El libro de el tiempo

Resulta interesante como de forma paralela a la deriva conservadora que están tomando los informativos de RTVE aumentan los minutos y espacios, así como productos derivados, relacionados con la climatología. El primer rasgo significativo se personifica en Ana  Belén Roy, anterior weather girl, que se eleva o transfiere a categoría de conductora de informativo en el Telediario de las 8:30, quizá el más afectado por esta fiebre de exceso meteorológico. Se desvela como posible campo de pruebas en horario marginal que de resultar positivo supondría la definitiva expansión global en los informativos públicos de esta peligrosa escuela de periodismo atmosférico

"Todo por un sueño"
En cuanto a lo estético cabe destacar la horrible mosca en la esquina superior derecha, una infografía que administra y regula burocrática y alfabéticamente las distintas capitales de provincia en un listado que las homogeiniza impidiendo identificar sus particularidades locales, algo que la simple ubicación en un mapa podría delatar. Como inconveniente añadido las representaciones cartográficas también pueden inducir a separatismos por simple percepción gestáltica. Otra particularidad de los informativos matinales de Televisión Española es que dedican tanto tiempo al deporte como a la información meteorológica, proporción que de exportarse a los informativos de Cuatro o La Sexta podría resultar devastadora.

Ana Belén Roy o el arte de dar las noticias y el tiempo a la vez.
Pero como indicábamos en un principio ésto no solo se reduce a una simple lucha de poder interno y se externaliza alcanzándonos a todos nosotros ¡oh!, pobres ciudadanos en forma del demencial ejemplar literario "El libro de el Tiempo" (ed. Espasa), de una simpleza brutal ya simbolizada en su sintético y utilitarista título. El susodicho artefacto de lectura ha sido ingeniado de forma premedita con el simple fin de establecer un vínculo, una comunión con la audiencia, no en vano éste casi se reduce simplemente a recopilar fotos enviadas por los espectadores, y no tiene más objetivo que crear confianza. Esta misma mañana era anunciado en el programa Los Desayunos con un hipnótico montaje new age y el inductivo subtítulo "Viajar en el tiempo", intuimos que en este caso no es hacia el futuro.

"En un mundo feliz"
Esta fijación con los "fenómenos" resulta de un atavismo panteísta que desde siempre permanece entreverado al pensamiento más recalcitrantemente ultraconservador y folclórico. Quizá el mayor éxito de la Iglesia como institución de cara a la implantación de un sistema monoteísta en la, reminiscente de rasgos celtíberos, cultura que poblaba por aquel entonces la península fuese su capacidad de operar un desplazamiento en la percepción de la naturaleza como Dios hacia el concepto de la omnipresencia divina.



Las intenciones de este volumen meteorológico se vuelven evidentes en el spot que lo promociona tras la sección de El Tiempo. Las consignas con las que nos ametralla dulcemente la voz en off se inician con una científica frase capaz de restar cualquier rastro esotérico al discurso y satisfacer las empíricas necesidades de una preescolar mente liberal -"¿Cómo se forman las tormentas?"- para acto seguido dejar caer el primer mensaje subliminal de propaganda política -"¿Por qué tras la tempestad (PSOE) llega la calma (PP)?"-, y tras ofertar ciertos consejos fotográficos (y ganarse así a la comunidad Instagram) el destello Illuminati/New World Order - "¿Quién está detrás de la información del tiempo cada día?"- llegando definitivamente al momento cumbre en el que panteísmo y monoteísmo se dan la mano uniendo los fenómenos atmosféricos con los divinos: "Por fin podrás mirar al cielo y aprender a interpretar sus señales".

Incomprensión y rechazo social hacia una duda connatural del ser humano.
























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